viernes, 20 de junio de 2014

Un 81% de asesinos...

Ayer leí un tuit (supuestamente) provida, que me dio repeluz y una inmensa vergüenza de tener algo que ver, aunque sea indirectamente, con quienes escriben esas cosas (el sólo hecho de que apareciera en mi TL, aunque no fuera de nadie mío, indica que estoy conectado de alguna manera). Decía:
«El 81% de los andaluces son asesinos de niños», y remitía a este link:  donde el copete de la «noticia» comienza por aclarar: «Según un sondeo del Centro de Estudios Andaluces, el 81% de los andaluces apoyan aborto.»
Es decir que queda claro que para el autor del post, el apoyo a una ley que permite el infanticio es exactamente lo mismo que el infanticidio.
Es tan absurdo, tan fuera de toda perspectiva, de toda consideración honesta de los hechos, en suma, tan ridículo, que luego el propio post consiste en una serie de preguntas donde el autor se cuestiona si realmente los andaluces saben lo que apoyan. Yo más bien preguntaría: ¿no será que el propio autor no tiene la menor idea de cómo relacionar dos hechos y se le ocurre la relación más delirante, lo que lo lleva a no poder siquiera entenderla él, cuánto más a hacersela entender a los demás?
No consumo esa clase de "pensamiento" (llamémosle así, puesto que proviene de un cerebro, órgano mayormente pensante), pero me detengo en este post porque es de lamentar la permanente endecha de los "provida" (muy entrecomillas, cada día una comilla más) porque la gente no entiende las categorías de la lucha pro-vida... ¡categorías que se les sirven en post que equiparan el apoyo a partidos abortistas o a una ley del aborto con el infanticidio!
Hoy leía un post por demás interesante sobre el tema del abuso de niños donde el autor rechazaba de plano que se apliquen indiscriminadamente a los abusadores (y ojo: a los abusadores, no al que vota una ley que finalmente admite el abuso) de "predador" y otra serie de invectivas aparentemente justificadas, pero que en definitiva de lo que hablan es de nuestra nula empatía con la humanidad a la que creemos defender.
Lo dice así, en un párrafo brillante:
And that distinction does matter. Not because it makes statutory rape okay; of course it doesn't. But it does, for example, make the difference between a good man corrupted by his desires and a man who pretended to be good to make his evil more effective. And that difference is important, primarily because different responses are needed, in both cure and prevention, for differing situations. To treat every case of this wrong (or any wrong) as though it were the worst of its kind actually makes things worse, not better; because a response that suits the worst case probably isn't suited to correct the problems of milder, or at any rate different, cases. Which leaves these other cases effectively untreated. And that means that the problem persists.

Debe hacerse la distinción [entre grados de abuso]. No para dar estatus aceptable al abuso: por supuesto que no. Pero sí, por ejemplo, para hacer la diferencia entre un buen hombre corrompido por sus deseos, y un hombre que se hace pasar por bueno para realizar su mal de manera más efectiva [recordemos el caso del fundador de los Legionarios, agrego yo]. Esta diferencia es importante, principalmente a causa de las diferentes respuestas que requiere, tanto en cuanto a la cura como en cuanto a la prevención, para situaciones que son diferentes. Tratar cada tipo de mal (o cada mal) como si fuera el peor de su tipo, es un error, no un acierto. Porque las respuestas que sirven para el peor de los casos, no sirven posiblemente para resolver el caso medio, o de alguna otra proporción en la escala. Esto conlleva a que esos otros casos permanezcan sin tratar. Y eso significa que el problema persiste. (los corchetes con míos, también lo es la pobre traducción)

Volvamos al caso del «asesinato de niños». Entre quienes «admiten» el aborto (y habría que ver si todos realmente lo admiten):

  • hay quienes lo admiten porque es una manera de «normalizar», de «humanizar» lo que ellos/as mismos han practicado. Triste manera, pero no hay necesariamente una aceptación del aborto como tal, sino una fuga hacia adelante de su propio problema interior.
  • quienes lo admiten en el sentido en que teorizan sobre los «derechos» de este o aquel, sin que necesariamente hayan tomado del todo conciencia de lo que está en juego.
  • quienes lo admiten porque viven de ellos (clínicas abortistas).
  • quienes lo admiten porque comen de ello (empleados de las clínicas abortistas).
  • quienes votan en unas cámaras de diputados perversamente sujetas a disciplina de voto.
  • quienes votan a partidos que entre sus plataformas incluyen de manera directa o indirecta el aborto.


Y estos son sólo algunos casos, de muchos más posibles. ¿Se trata siempre de «asesinos»? ¿en el mismo grado? ¿con el mismo significado?
Posiblemente la palabra le quepa al dedillo a los dueños de clínicas abortistas, que representan un muy pequeño (aunque muy significativo) porcentaje de personas que están a favor del aborto, pero entonces, todos los demás han quedado sin tratar: al haber incluido a todos en el registro del mayor, lo que se ha hecho es dejar de entender el problema en su complejidad. Y lo que es peor, se ha rehusado admitir que se pertenece a la misma humanidad donde la separación entre «provida» y «promuerte» es sólo un peldaño, en realidad una minúscula mancha en el ojo que impide ver la realidad de aquello que se elige, o se cree elegir libremente.
Lo que revela esta clase de post es la nula empatía con la humanidad de aquellos que se arrogan estar defendiéndola en sus formas más débiles.

2 comentarios:

  1. Falta de empatía, de humanidad, y de caridad. Sorprende que gente que habla del hecho de que muchas mujeres se.ven presionadas y obligadas a abortar en contra de su voluntad, luego meta a esas mujeres en el saco de los asesinos. Aunque uno tenga una postura antiaborto, tiene que tener mucho cuidado cómo habla delante de otras personas que quizá hayan pasado por un trance similar. No se puede herir a otra persona simplemente por hacer prevalecer nuestros argumentos (o la falta de ellos).

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  2. El blog se fagocitó mi comentario. Era lindo mi comentario. Muy ajustado, y a cuento, y aportaba... y se lo trago G+.
    Malo G+

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